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Protectores auditivos y medicamentos contra el dolor: el caótico estruendo en los recintos deportivos de Turquía

Protectores auditivos y medicamentos contra el dolor: el caótico estruendo en los recintos deportivos de Turquía

Kjetil Knutsen reconoce que sufrió "un fuerte dolor de cabeza" al dirigir al equipo noruego Bodo/Glimt durante la derrota por 3-1 frente al Galatasaray el miércoles en la Liga de Campeones, a pesar de usar protectores para los oídos con el fin de resguardarse del bullicio de la afición.

"El estruendo resultaba abrumador, por lo que al final me los quité", relató el técnico noruego tras un encuentro marcado por la intensa atmósfera que los seguidores turcos generan en los juegos de sus equipos.

"Pitar cuando el oponente controla el balón es parte del espectáculo: ayuda a ejercer presión sobre ellos", comenta desde las gradas Ali Kemal Kayis, ataviado con la camiseta roja y amarilla del Galatasaray, al lado de su hijo de siete años.

Cada dos minutos, el joven seguidor trata de emular a los adultos colocando los dedos corazón e índice en los labios, aunque con escaso resultado.

"Procura silbar, pero no lo logra del todo", confiesa su padre, satisfecho de todos modos con el entorno que la prensa suele calificar como "el infierno de Estambul", donde el Liverpool inglés sucumbió a fines de septiembre al perder 1-0 contra el Galatasaray.

"Es el ambiente más agresivo que he experimentado (...) Un sitio rebosante de fanáticos enloquecidos", había escrito esa velada en la red social X Lewis Steele, un reportero británico habituado a los duelos en Anfield, otro campo famoso por su vibrante apoyo desde las tribunas.

Al concluir el partido, el centrocampista del Galatasaray Ilkay Gundogan mencionó que un jugador del Liverpool se había aproximado para preguntarle "si el ambiente resulta siempre tan impresionante".

108.5 dB

Por precaución, varios reporteros noruegos en la zona de prensa el miércoles se taparon los oídos con auriculares bluetooth para intentar bloquear en lo posible el sonido de los hinchas.

Uno de ellos activó en su teléfono una app para medir el volumen y el indicador alcanzó la zona roja: 108.5 decibelios, un nivel casi tan intenso como un alarido cerca del oído (110 dB), de acuerdo con una escala de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

"He visitado numerosos estadios, pero este es sin duda el más ensordecedor", declaró a la AFP Joerund Wessel Carlsen, corresponsal de la televisión pública noruega NRK.

Describiendo los pitidos como "insufribles", su compañero y vecino en la tribuna Carl-Erik Trop, antiguo futbolista profesional, ingirió incluso analgésicos al final del encuentro para aliviar el malestar en la cabeza, según informó la emisora NRK.

El Galatasaray bromeó en X, recomendando a los próximos visitantes de su estadio que lleven protectores auditivos.

- "Influir en el oponente" - 

"En Turquía siempre se busca desestabilizar al contrario y al colegiado", explica a la AFP el analista deportivo Alp Ulagay, quien indica que la costumbre de pitar surgió inicialmente en las pistas de baloncesto de Estambul, también conocidas por su ambiente electrizante.

La edificación a inicios de este siglo de los modernos estadios de Fenerbahçe, Galatasaray y Besiktas, los tres principales clubes de Estambul, ha extendido esa práctica entre los grupos ultras.

"Antes, los campos turcos eran bastante abiertos. Con las nuevas estructuras, más cerradas, todo el sonido producido por el público tiene un efecto mucho mayor", reflexiona.

Alp Ulagay recuerda un partido Besiktas-Leipzig de septiembre de 2017 en la Liga de Campeones: el jugador alemán Timo Werner solicitó su relevo en el minuto 32, afectado por un mareo generalizado causado por el ruido atronador.

En épocas recientes, los seguidores de los tres grandes equipos de Estambul han proclamado haber alcanzado picos de decibelios.

El Fenerbahçe afirma que en su estadio se registraron 154.9 dB en agosto durante la celebración de un gol, un nivel que supera el estruendo de un avión al despegar.

En las tribunas del Rams Park del Galatasaray, Ali Kemal Kayis no se inquieta por los oídos de su hijo. "A veces le cubro las orejas si el ruido es excesivo. Pero no parece molestarle", afirma con una sonrisa.