Amenaza de demolición israelí pende sobre un campo de fútbol próximo a Belén
Una orden de demolición emitida por Israel se cierne sobre el modesto campo de fútbol ubicado al pie del muro que divide Israel del campamento de refugiados de Aida, en Cisjordania, donde Abdallah Al-Ansourur entrena todo lo que puede.
Este joven de 18 años se está preparando para las pruebas de la selección nacional palestina y, al igual que muchos otros chicos del campamento de Aida, comenzó su andadura en esa cancha rodeada por el muro de hormigón de ocho metros, lleno de connotaciones simbólicas.
"Comencé a los 13 años aproximadamente. Este campo me brindó una oportunidad genuina para practicar", comentó Ansourur, quien nació y se crió en este campamento, uno de los más reducidos de Cisjordania, situado muy cerca de Belén.
Sin embargo, a inicios de diciembre, cuando los niños llegaron para jugar, hallaron una nota del ejército israelí en la entrada del campo y se la entregaron a Muhannad Abu Srour, director deportivo del Centro Juvenil de Aida.
"Nos pilló por sorpresa enterarnos de que era una orden para derribar el campo de fútbol del campamento de Aida", relató Srour a la AFP, agregando que más de 500 niños practican en ese terreno, que cubre la mitad de las dimensiones estándar de un campo reglamentario.
"El único rincón al aire libre"
"El campo de fútbol representa el único rincón al aire libre disponible. Si nos lo arrebatan, les arrebatan los sueños a los niños", precisó Abu Srour.
Abdallah Ansourur, que aspira a ser portero y entrena con ahínco, describe el suelo de césped sintético como un "salvavidas".
"Sin este campo, no habría tenido esta posibilidad. Si no estuviera, jugaríamos en las calles o simplemente no jugaríamos", argumenta.
Israel ocupa Cisjordania desde 1967 y destruye con frecuencia viviendas o estructuras palestinas, justificándolo por falta de permisos de construcción.
La AFP tuvo acceso a la nota de COGAT, el ente del Ministerio de Defensa israelí responsable de los asuntos civiles palestinos, que declara que el campo se erigió sin permiso.
No obstante, Anton Salman, alcalde de la cercana Belén en el momento de la construcción del campo en 2021, confirmó a la AFP que la edificación era legal.
Salman aclaró que su ayuntamiento alquiló el terreno a las autoridades de la Iglesia Armenia, propietarias del mismo, antes de ceder su gestión al comité popular del campamento de Aida en pro de los habitantes.
Saeed Al-Azzeh, responsable del comité popular, corroboró los detalles y describió el espacio como "el único alivio" para los moradores del campamento.
"En la actualidad, más de 7.000 personas habitan en el mismo trozo de terreno. Las calles son angostas, los pasadizos estrechos: no existe otro sitio", indicó Azzeh, aludiendo al campamento.
Al igual que otros campamentos de refugiados palestinos, Aida se fundó para albergar a parte de los cientos de miles que escaparon de sus hogares o fueron expulsados durante la fundación de Israel en 1948.
Con el paso del tiempo, las tiendas de campaña se transformaron en bloques de hormigón, cada vez más densos conforme aumentaba la población, y el campo de fútbol se convirtió en uno de los escasos espacios abiertos en el laberinto apretado del campamento.
Divididos por controles militares
Abu Srour se enorgullece de los logros surgidos del campo: equipos juveniles han podido desplazarse al exterior para competir, un valioso respiro en el entorno limitante de Cisjordania.
"Viajar a Francia para un partido resulta más sencillo que ir a Nablús", comparó, mencionando la ciudad principal del norte de Cisjordania.
Esto obedece a que los controles militares, presentes en Cisjordania desde el arranque de la ocupación israelí, se han intensificado desde el inicio de la guerra en Gaza en octubre de 2023.
Srour apuntó que ahora transportar a un equipo local hasta Ramala, a solo 20 kilómetros en línea recta, requiere seis horas de trayecto, en vez de una hora.
"Sueños destruidos"
La movilidad limitada constituye un grave obstáculo para la mayoría de los atletas palestinos, ya que impide que jugadores de similar nivel de distintas ciudades entrenen en conjunto.
Durante una pausa en un entrenamiento con 50 niños entusiastas de entre cinco y diez años, el técnico Mahmud Jandia expresó a la AFP su deseo de que el campo se salve de la demolición.
"Sí, el muro está presente y transmite la sensación de una cárcel, pero lo esencial es que el campo se mantenga y los niños continúen jugando", detalló.
"Si derriban el campo, todos los sueños de los niños se derrumbarán junto con él", sentenció.